El reto del proyecto
La ciudad de Perpiñán necesitaba una conexión directa entre el barrio de Saint-Assiscle y el centro urbano, atravesando el río La Basse. El desafío no se limitaba únicamente a la funcionalidad: se buscaba una pasarela que garantizara la seguridad de los usuarios, resistiera la exposición constante a la intemperie y, al mismo tiempo, se integrara de manera armónica con el paisaje urbano y natural de la zona.
Uno de los puntos más delicados fue planificar el montaje de la estructura sobre el cauce del río, lo que requería soluciones técnicas específicas. A ello se sumaba la necesidad de un diseño duradero y con identidad propia, que respetara el entorno y aportara valor estético al paisaje de Perpiñán.
La solución
La respuesta fue una pasarela de 40 metros de longitud, concebida con vigas armadas de acero corten. Este material no solo garantiza resistencia y durabilidad frente a las condiciones climáticas, sino que también ofrece un acabado natural que dialoga con el entorno.
El diseño se enriqueció con seis pilares inclinados, inspirados en troncos de árboles, que aportan carácter y refuerzan la integración paisajística. A ello se suman barandillas de chapas caladas con motivos vegetales, pensadas para aportar ligereza visual y coherencia estética.
El proceso incluyó todas las fases necesarias: cálculos estructurales, planos de ejecución, fabricación y montaje, lo que aseguró una solución de alta calidad y totalmente adaptada al reto planteado.
Resultados
La pasarela se ha convertido en un elemento urbano emblemático, resolviendo la necesidad de conexión entre barrios y aportando valor estético al paisaje. Su diseño ha logrado un equilibrio entre funcionalidad, integración y simbolismo, convirtiéndose en un referente de infraestructura sostenible en Perpiñán.
